lunes, 9 de julio de 2012




ACTIVIDAD GRATUITA



LA RUTA

Este recorrido cultural y pedestre por la ciudad de Madrid propone seguir los pasos, fuera de todo tiempo, de un peregrino que partiera desde el centro de la ciudad, hacia sus afueras, y que encontrara todas las huellas jacobeas que los siglos han ido dejando a su paso en la ciudad.

A la vez se irá explicando la propia historia y crecimiento de la Villa y corte convertida en metrópoli. En nuestra imaginación atravesaremos arrabales mozárabes, burgos cristianos, castillos moros;  barrios de austrias y borbones; o si llegara el caso decimonónicos y obreros  o de pau. Todos ellos marcados por el Patrón Santiago.

Cuenta una trova que las ciudades son libros para leer con los pies, y es eso lo que se ofrece la lectura del incunable jacobeo de Madrid, hacerlo andando.






CARACTERISTICAS

Esta experiencia es ofrecida personal y desinteresadamente por un peregrino madrileño y escritor jacobeo, quien organiza, acompaña y explica la ruta propuesta.

El paseo es totalmente gratis y no está concertada con ninguna empresa o institución. Únicamente cada participante se hará cargo de sus propios gastos: desayuno o aperitivo en los lugares donde se decida parar.

Se realiza en un grupo reducido que no superará las quince personas, según el orden de inscripción.

La duración es de 4 horas a una velocidad media de 1 km/hora. No tiene dificultad, esta al alcance de cualquier persona, pero es aconsejable el llevar un calzado cómodo.






FECHA: Domingo 5 de agosto de 2012
HORARIO:  de 09 a 13 horas
PUNTO ENCUIENTRO Y SALIDA: Callejón de San Ginés, de la calle Arenal. Metros Sol y Opera
PUNTO DE FINALIZACIÓN: Glorieta de Ruiz Jiménez, metro San Bernardo.
(Este final puede ser flexible y sujeto a la dinámica del grupo)
INCRIPCIÓN: mail revespil@hotmail.com




Mi Centro  Virtual de Documentación Jacobea: http://fernandolalanda.blogspot.com.es/
Mis libros editados:


EL CAMINO.


Este libro que ahora empieza, hoja sobre hoja, y capa a capa de la urbe, recrea y se recrea con el caminar de un peregrino, imaginario, que atravesando las calles madrileñas buscará la salida norte hacia el puerto serrano de la Fuenfría, partiendo desde el mismísimo corazón, germen de la ciudad, y bendecido en su parroquia de Santiago.

Cientos de años de culto a Santiago y de peregrinajes dejan muchas huellas, signos que hay que saber buscar bajo el polvo del tiempo, y leer su lenguaje desapercibido. Símbolos que los siglos han ido amontonando a nuestro lado muy a pesar de las ignorantes piquetas en manos demoledoras. Desde el epicentro hacia las afueras se marcha por una senda adoquinada, que, simulando hoy ser calle, ayer fue carretera y ha dejado a su paso mucho de qué hablar; de conventos y palacios; casas masónicas, edificios de literatos; de iglesias y prostíbulos;  tabernas  y cementerios, cancelas que dan sombra a su pasado. Hay conchas, vieiras y veneras, espirales y mucho Santiago; sedentes y peregrinos, matamoros o extasiados. Siete puertas hay que ya no existen y que sólo se abren al paso de las siete llaves de nuestra imaginación; reliquias del Santo para besar, y soñar con lo que aquí había para contar; los hospitales de ambulantes, las Casas de Socorro y los centros de enseñanza junto a los quemaderos de herejes escondidos detrás de cruces verdes, a las que se les cayó la pintura y la madera, y unos perros del Señor, Domimi canis que desde el pasado ladrarán a nuestro paso. Vírgenes negras y negras vírgenes, viejos herrajes, Cristos Llagados que nos causarán el mismo espanto que lo hicieron a Galdós. Raros, y bellos pelícanos sacramentados que guardan los sagrarios custodiados en encomiendas de sores de la Orden de Santiago. Iglesias que fueron bailes, salones que hicieron de galeras y cárceles que  vuelven a ser conventos… o garajes.

No sólo se nos abrirán las iglesias, también cerraremos tabernas a nuestro paso. Al final las periféricas freidurías nos darán su sabor obrero de chisporroteantes gallinejas, amparadas por las mollejitas y los entresijos olvidados que flotan perfumados en grasa entre los aromas de buen vino, antaño argandeño peleón. Aunque si lo preferimos podemos quedarnos a medio camino alrededor de las más modernas tortillas de camarones o las clásicas ostras con cava.

Es una propuesta para conocer andando un Camino diferente y desconocido hacia Santiago por las calles de Madrid, una ruta de poco más de cinco kilómetros a la vertiginosa velocidad media de un kilómetro por hora, con parada y sin fonda. Bueno… al final, en la Puerta de Europa había una, “El Hotel del Negro” pero eso era otra historia… más oscura.

Se nace al camino de mañana entre luces de bohemia al calor de la chocolatería de San Ginés. Una inmortalizada “buñolería modernista” anclada en el tiempo del esperpento del viejo barrio mozárabe que ahora nos recuerda a un Valle-Inclán, o a un matasiete Alatriste acogido a su Sagrado apareciendo a través del humo del incienso al callejón, a recibir una bocanada del aire fresco de la mañana, o si acaso una estocada siniestra.

El callejón es un recodo que afluye a una calle que fue arroyo y es  Arenal, vía que está a dos metros, el del Sol y el de la Opera. Terminaremos a un medio día entre los brazos de las inclinadas puertas de Europa junto a una primera flecha amarilla en un paseo gratuito y barato, pues aunque las calles sean libres de peaje, los churrillos y las gallinejas tienen dueño, pero si tienen a bien venir alguna mañana dominguera conmigo, mis palabras a borbotones les serán de balde. Les invito pues a caminar en este mi Camino a Santiago, que es nuestro. Y servidor, alias el exégeta, les fascinará con su verborrea sabida a fuerza de repetirla, pues tras su soberbia fachada, sólo encontrarán a un humilde y sencillo peregrino.